Al edificio histórico principal de Can Faustino, se suman esta temporada dos palacios más en le centro de Ciutadella
El que fuera el primer Relais & Châteaux de Menorca ha ampliado sus instalaciones con la incorporación de los palacios de Cal Bisbe y Can Llorenç, dos joyas arquitectónicas que forman parte del Palacio Episcopal, que han sido rehabilitadas y perfectamente integradas en el hotel y que añaden 20 habitaciones más al conjunto.
Can Faustino ofrece una experiencia de puro lujo en pleno centro histórico de Ciutadella y permite al viajero sumergirse en los encantos de la isla más auténtica y salvaje del archipiélago balear a través de las excursiones a su Country Club, de su propia embarcación y de las numerosas actividades y servicios que propone el hotel.
Situado en el centro de Ciudadela, frente al puerto y a escasos 100 metros de la catedral, Can Faustino abrió sus puertas hace ocho años y fue el primer hotel de lujo y el primer Relais & Châteaux de la isla de Menorca, la más auténtica y natural del archipiélago balear.
Can Faustino se ubica en un hermoso palacio del siglo XVI que acoge 21 habitaciones, tres suites y una villa, Villa Margat, con cuatro dormitorios, cocina y terraza con barbacoa y piscina privada. A estas instalaciones de ensueño, el hotel acaba de incorporar una nueva edificación situada a apenas 50 metros de la principal. Se trata de los palacios de Cal Bisbe y Can Llorenç, que comparten patio y que se han unido por dentro tras una minuciosa obra de restauración. Con ello el hotel suma 16 nuevas habitaciones y cinco suites, todas ellas equipadas con todas las comodidades de un cinco estrellas que, además, lleva el sello de calidad y singularidad de la prestigiosa asociación hostelera Relais & Châteaux.
La incorporación de Cal Bisbe y Can Llorenç ha traído consigo la remodelación completa de todo el interiorismo de Can Faustino, habitaciones y zonas comunes, con el fin de aunar la estética de todos los espacios. El estudio Mare e Terra ha sido el responsable de crear una atmósfera de serenidad absolutamente integrada en el entorno en que se ubica el establecimiento con guiños a la blancura, la mágica luz y la cultura del Mediterráneo, al verdor de una isla casi virgen y al silencio casi monacal de los históricos palacios que arropan las dependencias del hotel.